Cómo usar la IA para descubrir conexiones interdisciplinares: Un enfoque alternativo al aprendizaje
- Samuel Fernández Lorenzo

- 4 sept
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 10 sept
¿Sabías que Albert Einstein tocaba el violín y atribuía parte de su pensamiento creativo a la música? En una ocasión mencionó: "Si no fuera físico, probablemente sería músico. Pienso en música constantemente. Vivo mis sueños despiertos en música. Veo mi vida en términos de música".
Desde temprana edad se nos empuja a elegir un camino, una disciplina, una carrera. La especialización se convierte así en la norma. Y, aunque la especialización tiene sus ventajas innegables, existe un riesgo inherente en limitar nuestra visión del conocimiento a compartimentos estancos.
La falacia de los compartimentos estancos
Es común encontrar personas que, habiendo estudiado una disciplina específica como filología o derecho, consideran que materias como la física o la programación les son ajenas o irrelevantes. Esta mentalidad, aunque comprensible, supone una limitación autoimpuesta al crecimiento intelectual y profesional.
La realidad es que el conocimiento vive inherentemente interconectado. Cada nueva cosa que aprendemos tiene el potencial de iluminar y enriquecer nuestra comprensión de otros campos, incluso aquellos aparentemente no relacionados. Aprender una cosa es, sin querer, aprender sobre otra.
El concepto del polímata
Un polímata, término que proviene del griego πολυμαθής (polymathēs, "que ha aprendido mucho"), se refiere a una persona cuyos conocimientos abarcan diversos campos del saber, pero en la que destaca especialmente una capacidad para establecer conexiones entre distintas disciplinas; trascender la especialización para desarrollar una comprensión holística del conocimiento.
Esto no quiere decir que los polímatas sean "expertos en todo", sino personas que han desarrollado la capacidad de trasladar conceptos y metodologías de un campo a otro, encontrando patrones y estableciendo conexiones innovadoras. Esto les permite abordar problemas complejos desde múltiples perspectivas.
Históricamente, algunas de las contribuciones más significativas al conocimiento humano han sido alumbradas por polímatas. Además de Leonardo da Vinci, quizás el epítome del polímata renacentista, podemos pensar en otros ejemplos notables como Aristóteles, que realizó contribuciones fundamentales en campos tan diversos como la lógica, la biología, la ética y la política; o Benjamin Franklin, quien además de ser un destacado político y diplomático, fue inventor, escritor y científico.
En el mundo actual, y aunque la especialización sea en cierto grado inevitable, tengo la sensación de que el cultivo de una mentalidad polímata se volverá cada vez más acuciante para innovar y resolver problemas complejos. ¿Y por qué? Porque si hay algo en lo que los humanos destacamos en algo, es en nuestro pensamiento global, que va más allá de lo local. Y es en ese marco global que destilamos esencias, esencias que nos permiten establecer conexiones interdisciplinares, y que habitualmente aprovechamos para enfrentar de manera ingeniosa los desafíos más importantes.
El poder de las conexiones inesperadas
Un ejemplo fascinante de estas conexiones interdisciplinarias lo encontramos en la ecuación de Black-Scholes, utilizada en finanzas para la valoración de derivados, y su sorprendente relación con la ecuación de Schrödinger de la mecánica cuántica. ¿Quién hubiera imaginado que las matemáticas que describen el comportamiento de partículas subatómicas tendrían una aplicación tan directa en los mercados financieros?
Otra muestra excelsa de este tipo de conexiones interdisciplinarias lo encontramos en las obras de Leonardo da Vinci, como los códices de Madrid a los que te invito a echar una ojeada. Da Vinci no solo fue un extraordinario artista, sino que sus estudios de anatomía le permitieron mejorar sus pinturas, mientras que sus conocimientos de óptica influyeron en su técnica del sfumato. Sus observaciones de pájaros y murciélagos le llevaron a diseñar máquinas voladoras, y sus estudios de botánica influyeron en sus diseños arquitectónicos.
Da Vinci no veía estas disciplinas como campos separados, sino como diferentes manifestaciones de los mismos principios fundamentales de la naturaleza. Sus cuadernos están llenos de dibujos donde la ingeniería, el arte y la ciencia se entrelazan de forma ingeniosa, demostrando cómo el conocimiento en un área puede enriquecer la comprensión en otras aparentemente no relacionadas.
La IA como catalizador de la interdisciplinaridad
En la actualidad tenemos la fortuna de contar con una herramienta que nos facilita enormemente la exploración de estas conexiones interdisciplinarias: la inteligencia artificial, más específicamente, los Modelos de Lenguaje de Gran Escala (LLM). Estos sistemas son interesantes en tanto en cuanto han sido entrenados con vastas cantidades de información de diversos campos, y contienen en su arquitectura conexiones latentes que esperan ser descubiertas por nosotros.
Los LLM albergan puentes entre diferentes disciplinas, permitiéndonos descubrir relaciones y patrones que de otro modo podrían pasar desapercibidos. Sin embargo, el verdadero valor de estas herramientas se revela cuando existe un ser humano curioso y predispuesto a hacer las preguntas adecuadas.
Sorprendentemente para mi, me di cuenta hace poco que los estudiantes, en su gran mayoría, no son realmente conscientes de esta capacidad latente en esta nueva tecnología. Los siguen usando de una manera similar a cómo lo haríamos con un buscador de Google, preguntando información directa sobre un tema que les permita avanzar en la consecución de su título. ¡Vaya desperdicio!
Te sugiero aquí algunos prompts alternativos para explorar conexiones interdisciplinarias mediante un LLM (y que probablemente conducirían a un callejón sin salida en un buscador convencional):
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El camino hacia una comprensión más profunda
La tesis que trato de defender se podría resumir así: para entender verdaderamente nuestro entorno y potenciar nuestra capacidad de innovación, necesitamos adoptar un enfoque multidisciplinario e interdisciplinario. No se trata simplemente de acumular conocimientos de diferentes áreas, sino de desarrollar la capacidad de establecer conexiones significativas entre ellas (como en "Las Cuatro Estaciones", de Giuseppe Arcimboldo).

Por ello, siempre invito a cultivar una actitud de apertura y curiosidad hacia áreas del conocimiento que inicialmente podrían parecer alejadas de nuestros intereses principales. Cada nuevo aprendizaje, por alejado que parezca de nuestra especialidad, tiene el potencial de enriquecer nuestra comprensión y abrir nuevas perspectivas.
En un mundo cada vez más complejo y automatizado, la capacidad de tejer nudos de comprensión entre diferentes disciplinas previsiblemente se volverá más diferencial. La interdisciplinaridad quizá esté llamada a dejar de ser un lujo académico, y erigirse como una herramienta fundamental para la innovación y la resolución de problemas complejos.
Conclusión
Aprender sobre una cosa es, inevitablemente, aprender sobre otra. Las barreras entre disciplinas son, en muchos casos, fruto de una apreciación fenomenológica, y las conexiones más valiosas a menudo surgen en las intersecciones entre diferentes campos del conocimiento, pero su nivel esencial. En la era de la inteligencia artificial, tenemos una oportunidad sin precedentes para explorar y aprovechar estas conexiones.
La próxima vez que te encuentres dudando sobre adentrarte en un campo aparentemente alejado de tu especialidad, recuerda: cada nuevo conocimiento es una pieza más en el gran puzle de la comprensión. Y a veces, las piezas que parecen más dispares son precisamente las que completan la imagen.
Si te sientes identificado con el espíritu polímata, te invito a compartir y conectar. Y no te pierdas tampoco la segunda parte de Todo lo que puedo imaginar: el algoritmo del entendimiento, donde recorro el conocimiento con lentes polímatas.



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