Pensamiento Global: Estrategias de Inversión con Optimización Cuántica
- Samuel Fernández Lorenzo

- 23 sept
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 19 oct
¿Sabías que si hubieras invertido $100 en las 'Magnificent Seven' (Nvidia, Apple, Microsoft, Google, Tesla, Meta y Amazon) hace una década, hoy tendrías más de $4,400? Apetecible, sin duda. ¿Por qué no concentrar entonces toda tu cartera de renta variable en ese sector? Sin embargo, como sabiamente señala Vanguard en un artículo reciente: "Siempre podrás encontrar algún activo que supere a tu cartera diversificada" (¿Por qué no invertir en NVIDIA en vez de en las siete magníficas?). Esta sobresimplificación nos revela precisamente la clave: adoptar una perspectiva global en tus inversiones no solo mitiga riesgos, sino que te abre la puerta a oportunidades de rentabilidad para batir al mercado que de otro modo pasarían desapercibidas. Veámoslo.
Un caso de estudio: Selección de fondos con Morningstar, ¿solución óptima?
No hay nada inherentemente malo en usar Morningstar u otras herramientas de análisis. El problema surge cuando estos análisis no tienen en cuenta la globalidad de lo que quieres conseguir.
Por ejemplo, si solo te fijas en el riesgo individual de los instrumentos y usas esto para limitar tu exposición o tu riesgo, podrías acabar con una cartera que paradójicamente tiene más riesgo que los instrumentos individuales. ¿Por qué? Por las correlaciones entre activos. Si dos instrumentos están positivamente correlacionados, cuando uno cae, es más probable que el otro también lo haga, amplificando el riesgo total.
Por otro lado, también podría ocurrir que tu cartera tenga menos riesgo del que inicialmente planeabas asumir. ¡Esto tampoco es necesariamente bueno si ese menor riesgo implica una menor rentabilidad esperada que no se alinea con tus objetivos!
La analogía del supermercado: optimización local vs. global
Imagina que quieres preparar el plato con la mayor calidad al mejor precio posible. Tienes dos opciones:
Ir al supermercado de al lado y comprar todos los ingredientes allí (optimización local)
Visitar todos los supermercados disponibles y seleccionar de cada uno los ingredientes con mejor relación calidad-precio (optimización global)
La primera solución es rápida y cómoda, pero difícilmente óptima. La segunda implica más esfuerzo, pero te llevará a un resultado superior. En inversiones ocurre algo similar.
Muchos inversores, incluso profesionales, operan con una mentalidad de "supermercado local". Utilizan herramientas como Morningstar para evaluar fondos individualmente, aplican filtros rígidos, y toman decisiones basadas en métricas desagregadas, no colectivas.
Pero claro, es que adoptar una mentalidad global requiere su esfuerzo, y trae consigo una dificultad técnica que no es nada trivial de resolver. Déjame que te lo ilustre con otra analogía.
El engranaje que no gira: cuando lo local no funciona globalmente
Imagina un sistema de engranajes como el de la siguiente imagen. Localmente, cada conexión entre ruedas dentadas tiene sentido. Pero cuando observamos el sistema completo, descubrimos que es imposible que funcione: alguna rueda tendría que girar en direcciones opuestas simultáneamente.

Este problema del engranaje es una perfecta metáfora de cómo funcionan muchas decisiones de inversión. Podemos analizar exhaustivamente cada activo por separado (visión local) y que todos parezcan excelentes inversiones, pero cuando los combinamos en una cartera, el resultado puede ser desastroso, debido a que, en su conjunto, la cartera no cumple con los objetivos globales que uno deseaba. Quizá la cartera cumple con un objetivo de volatilidad, pero no cumple con otro de diversificación sectorial. O quizá cumple con un requisito de concentración, pero no cumple con otro de liquidez.
Armar un portfolio es armar un puzzle. Un puzzle de billones o trillones de piezas.
Tecnología cuántica para optimizar carteras
En vez de filtrar y seleccionan los activos "top" según criterios individuales, en Inspiration-Q estamos utilizando algoritmos de inspiración cuántica para resolver estos enormes puzles de optimización, en donde los objetivos se imponen al nivel de la cartera en su conjunto. Esta tecnología nos permite encontrar esos sistemas de engranajes que giran sin problemas; una orquesta que suena bien.
En lugar de decir "quiero los 10 fondos con mayor rentabilidad histórica" (pensamiento local), aplicamos sesgos globales que afectan a la totalidad de la cartera. Esto nos permite balancear múltiples objetivos simultáneamente (rentabilidad, riesgo, diversificación…), y encontrar carteras que superan significativamente en calidad a las que uno obtiene con una visión puramente local.
Te lo explico mejor con otro símil. La selección española, campeona de la Eurocopa 2024, no contaba con las mayores estrellas individuales del torneo. Mientras otras selecciones apostaban por los jugadores más cotizados (Francia con Mbappé, Inglaterra con Kane, Portugal con Cristiano), España construyó un sistema donde cada pieza encajaba perfectamente con las demás. Luis de la Fuente no seleccionó necesariamente a los "mejores" jugadores en cada posición, sino a aquellos que mejor funcionarían juntos. Jugadores como Dani Olmo y Cucurella quizá no eran individualmente los más destacados en sus posiciones a nivel mundial, pero creaban sinergias extraordinarias. Mientras otros equipos con mayores estrellas individuales fracasaron, España venció a todos sus rivales. El valor de mercado conjunto de España era seguramente menor que el de Francia o Inglaterra, pero su rendimiento como sistema fue muy superior.
Así funciona nuestra aproximación a la inversión con sesgos globales: no buscamos simplemente los activos con mejores estadísticas individuales, sino aquellos que, al interactuar juntos, crean una sinergia que supera la suma de sus partes.
Más allá de las inversiones: el pensamiento global como ventaja competitiva
Este enfoque no se limita a las inversiones. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el pensamiento global se convierte en una ventaja competitiva en cualquier campo.
Aquellos que logran establecer conexiones entre disciplinas aparentemente dispares, que entienden sistemas completos en lugar de componentes aislados, y que pueden ver patrones donde otros solo ven datos inconexos, son quienes están mejor posicionados para liderar e innovar.
Para entender algo verdaderamente, hay que incorporar una mirada global. Si aceptamos que todo es lo que es debido a cómo se relaciona con todo lo demás, entonces nuestra misión no es crear un archipiélago de conocimientos aislados, sino trazar un atlas completo donde todo está interconectado. Un sistema de entendimiento es mejor cuando explica más usando menos, y eso solo se logra densificando nuestras relaciones mentales. Lo peor que puede pasarnos es caer en islas de entendimiento.
Tres ejercicios básicos para cultivar un pensamiento más global.
Evalúa sistemas completos: Antes de invertir o tomar una decisión importante, pregúntate: "¿Cómo interactuará cada elemento con los demás?" o "Si cambio este componente, ¿qué efectos en cadena podría provocar en todo el sistema?"
Busca conexiones inesperadas: Dedica tiempo a explorar sobre cómo se relacionan diferentes áreas de conocimiento o experiencia en tu vida (te dejo aquí un enlace a otro post donde hablo de ello).
Cultiva la diversidad intelectual: Lee, estudia y conversa fuera de tu área de especialización. Las ideas más innovadoras suelen surgir en las intersecciones entre campos (y si esta idea te motiva, ¡echa un vistazo a mi libro!).
Conclusión
Ya sea que estés construyendo una cartera de inversión, desarrollando una estrategia empresarial, o simplemente tratando de dar sentido al mundo, la capacidad de pensar globalmente te dará una ventaja significativa. Busca trazar un atlas, no un archipiélago. Y en ese viaje cartográfico, descubrirás que todo tiene más sentido cuando ves el mapa completo.
¿Tú qué opinas? ¿Has experimentado los beneficios del pensamiento global en tu vida profesional o en tus inversiones? Me encantaría leer tus experiencias en los comentarios.



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